jueves, 4 de octubre de 2007

Por si hacían falta para otra vez



Piezas de muchos colores. Unas redondas, otras planas, algunas partes de mí eran transparentes, otras con el doble de grosor. Ese soy yo, así me han construido. Todas con sus círculos robado de www.lego.esredondos para que encajen unas en otras.
Antes del verano era un superhéroe, un guerrero japonés que impartía justicia y que era indestructible. Todos creían que nada me iba a poder destruir. Pero es el siglo del reciclaje y todo se aprovecha.
Una vez al día, otras ocasiones dos diarias. Incluso los fines de semana alguien me arrancaba alguna de las piezas que tantos años había llevado componiéndome. Y con cuidado las guardaba en una caja, por si hacían falta para otra vez. Primero las manos. Se fueron desencajando y caían con estruendo sobre la mesa de cristal y sobre las personas que me tenían cerca. Trataron de apoyarme y salieron con chichones. robado de www.lego.es
Ya no quedaba nada de mí. Solo un montoncito de plástico en una caja de zapatos.
Era el momento de mirarlas, estudiarlas, y con mimo hacer algo con ellas. Y como Adriá que hace la tortilla en una copa, un soldado samurai se convierte en astronauta. Mirándo todo cada vez desde más lejos y sabiendo que estoy en un sitio que no me corresponde. Pero del que de momento no sé bajar.
O quizá no me atreva a bajar a un planeta en el que se gasta la palabra “querer” de tanto usarla. No me basta un planeta en el que la gente se diga que se quiere. Necesito un hogar donde el querer lleve el esfuerzo de demostrarlo, de hacer. De tratar de que esos a los que dices que quieres sientan que tú te esfuerzas porque sean más felices.
Mil pedazos (christina y los subterraneos - Christina Rosenvinge)