jueves, 4 de octubre de 2007

Por si hacían falta para otra vez



Piezas de muchos colores. Unas redondas, otras planas, algunas partes de mí eran transparentes, otras con el doble de grosor. Ese soy yo, así me han construido. Todas con sus círculos robado de www.lego.esredondos para que encajen unas en otras.
Antes del verano era un superhéroe, un guerrero japonés que impartía justicia y que era indestructible. Todos creían que nada me iba a poder destruir. Pero es el siglo del reciclaje y todo se aprovecha.
Una vez al día, otras ocasiones dos diarias. Incluso los fines de semana alguien me arrancaba alguna de las piezas que tantos años había llevado componiéndome. Y con cuidado las guardaba en una caja, por si hacían falta para otra vez. Primero las manos. Se fueron desencajando y caían con estruendo sobre la mesa de cristal y sobre las personas que me tenían cerca. Trataron de apoyarme y salieron con chichones. robado de www.lego.es
Ya no quedaba nada de mí. Solo un montoncito de plástico en una caja de zapatos.
Era el momento de mirarlas, estudiarlas, y con mimo hacer algo con ellas. Y como Adriá que hace la tortilla en una copa, un soldado samurai se convierte en astronauta. Mirándo todo cada vez desde más lejos y sabiendo que estoy en un sitio que no me corresponde. Pero del que de momento no sé bajar.
O quizá no me atreva a bajar a un planeta en el que se gasta la palabra “querer” de tanto usarla. No me basta un planeta en el que la gente se diga que se quiere. Necesito un hogar donde el querer lleve el esfuerzo de demostrarlo, de hacer. De tratar de que esos a los que dices que quieres sientan que tú te esfuerzas porque sean más felices.
Mil pedazos (christina y los subterraneos - Christina Rosenvinge)

martes, 21 de agosto de 2007

Y ahora estás aquí. Mirándome sin hablar

Manuel Seixas - Fantasmas

Vienes por mí. Hace un mes empezaste a rondarme. Susurrándome al oído mensajes funestos. Me quitas toda la energía. Me dejas sin fuerzas. Me haces anular proyectos ilusionantes de viajes al tercer mundo. No me encuentro bien.
Y ahora estás aquí. Mirándome sin hablar. No sé quien eres.
Nunca me había pasado. Me fijo en el abandono de los demás, como en el hospital. Aunque esto no te lo tengo que contar porque tú me la trajiste.
Al cabo de una semana, una chica joven atropella un motorista justo delante de mi coche. Y me bajo, y soy yo el primero que llega y le tranquilizo y le hablo y le cojo la mano y le toco el brazo para que no se sienta abandonado. Y me siento bien, por haberle ayudado, aunque me doy cuenta que el abandonado soy yo.
Hoy en el metro, con el vagón lleno, escuchando el mp3, la chica que va frente a mí, de pie, apoyada en la ventana de los trenes nuevos, empieza a poner cara extraña. Me quito un auricular y le pregunto si se encuentra bien. Me dice que se marea, y sin darme tiempo a sacarme el otro de la oreja, cae redonda al suelo mientras el tren chirría. Cierra los ojos, pierde el sentido. Le doy golpes en la cara preguntándole su nombre y ni abre los ojos. Y la estación que no acaba de llegar. La consigo sacar del vagón y poco a poco se recupera y de nuevo, nada vuelve a ocurrir.
No sé si me dejas señales a las que tenga que encontrarle algún significado, pero éste no aparece. Y me despista más aún que vengas en un momento en que muchos fantasmas me rondan.


Yo también necesito amar (Ana y Johnny – Juan Enrique Dapena)

sábado, 11 de agosto de 2007

Si me das a elegir, me quedo contigo

robado de www.deniasol.com

Hacía años que no los veía. Dejamos de vernos a menudo porque su relación de pareja, aunque ellos insistían que era felices, me resultaba incómoda. Discusiones en público, voces, malas caras, desprecios y desdénes. No sé como lo han hecho, pero es evidente que económicamente les ha ido muy bien. Tienen algo que no es una casa. A esos tamaños ya se les llama mansión.
La cocinera peruana nos preparó una comida excelente. En su país trabajaba en un restaurante. Y la cocina peruana tiene fama.
Una vez allí algo me sorprendía, y no me daba cuenta de qué era. Con el café me vinieron las primeras sospechas. Y con una excusa absurda me levanté y me fui a repasar las muchas habitaciones de Falcon Crest.
Una cocina, espectacular, de esas con los fogones en el centro. Su dormitorio, de 60 metros. Con un vestidor que yo no llenaría ni con toda la ropa que compre a lo largo de toda mi vida. Los cuartos de los niños, que con los años habían dejado de ser odiosos y ya no hacían ruido, ni brillaban sus miradas. El cuarto de los juegos para los niños. Los despachos para trabajar en casa. Las habitaciones del servicio, otro segundo comedor.
Y el cuarto de estar. Esto son palabras mayores. El último modelo de Bang & Olufsen, sofás ... cuatro. En las paredes colgados originales de artistas jóvenes y prometedores. Algún clásico firmado también vi.
Por muchas vueltas que diera a la casa, sabía que le pasaba lo mismo que a las de la mayoría de mis conocidos. Pobres y ricos, no hay diferencias. En todas hay cómodos cuartos de estar. Y ninguna tiene un cuarto de ser.
Iba pensando que en esa comida no iba a haber nada interesante, y probablemente me hayan dado las claves del siglo XXI.
Toda esa vida está muy bien, pero si me das a elegir, me quedo contigo

Me quedo contigo (Los Chunguitos – Juan Salazar )

sábado, 21 de julio de 2007

Te juro que era buena chica

Alberto García Alix - El dolor de Elena Mar

Mientras trato de no dormirme, la traen. Un celador la trae en una silla de ruedas y la pone frente a mí. La encuentro al levantar la mirada. Seis de la mañana, Urgencias de un hospital de una gran ciudad. Con esos ojos y esa piel, lo primero que pienso es que es yonki.
Disimuladamente la miro de arriba a abajo. Ojos muy tristes. Pelo no muy limpio. Los dientes no los tiene mal y eso me sorprende. Sigo bajando. Brazos desnudos, muy delgados. El vestido no es de su talla, quizá lo fue hace años, pero ella debe haberse ido consumiendo. Las piernas son flacas, con la piel con escamas, con manchas. Las sandalias son de cuero, no me gustan nada. Definitivamente piel de yonki.
Está sentada frente a mí, en una gran sala de espera casi vacía. Y la miro sin que se me note. No hay otra cosa que hacer. Me invento su historia completa. En la película, el bueno del protagonista tiene que esquivar la conversación de la yonki, que trata de engañarle, incluso puede que ofrezca sexo por una dosis más.
De repente, como en las de detectives algo no cuadra. No sé que es, pero algo no cuadra. Del bolso saca un frasco pequeño de esos que regalan de muestra de perfume. Huele bien. Algo no cuadra. Me fijo más. Aún sin salir del todo de mi propio guión la yonki lleva el traje más perfectamente planchado que haya visto nunca. Es de lino, color amarillo pálido, sin mangas. Es un vestido de tía buena. Luce las largas y flacas piernas, ajadas. Imagino que de las frías noches en cualquier banco. Vuelvo a fijarme en el vestido. Está perfectamente planchado, sí que lo está. Cada vez disimulo peor, pero sigo mirándola. Tiene estilo. En mi película es una pija que se ha destrozado la vida con el caballo. Y de repente le escucho la voz. Elegante y agotada. Una voz resignada. Me pide un cigarro.
La yonki me pide un cigarro. Lo sabía. Estaba en mi guión, siempre se me acercan los colgados. Y siempre les sigo el rollo.
Cambio de plano, ahora no es yonki, vuelve a lucir su vestido y su olor. Definitivamente algo no encaja, dos personajes en uno. Le digo que sí que tengo tabaco, pero que es negro. Y me dice, hastiada, que le da lo mismo lo que fumar. Y me pregunta si puedo empujar la silla de ruedas hasta la calle para poder fumar. Y la llevo. No sé si es yonki o no, pero necesita que empujen su silla. Y me voy con ella. Es muy educada, y cuando la miras, muy yonki.
Te juro que era buena chica. La dejo fumando y vuelvo a entrar por si me llamasen de nuevo a consulta. Y mientras sigo esperando no dejo de pensar en el guión. Ya no me produce rechazo, me produce cercanía, me produce necesidad de afecto, de comprensión.
La vuelven a meter en la sala de espera, es otro enfermero diferente, que le va preguntando que si le parece normal estar en la calle, y yo saco la cara por ella, y digo que fui yo, que quería fumar. Todos en la sala de espera, observan a la yonki y a uno, que no parece colgado pero que seguro que piensan que la yonki le va a engañar, es mi película.
En cuanto está junto a mi contándome los males de su riñón, el médico me llama y entro en la consulta.
Al salir, cinco minutos después, veo la silla de ruedas junto a la cabina de teléfono. Y a ella tratando de meter monedas, o marcar y no llega a ninguna de las dos cosas sin levantarse.
Camino hasta ella. No sé qué siento si atracción o rechazo, pero busco que sienta el contacto de mi piel, mi calor.
Cuando llego me dice .- "¿puedes ayudarme a marcar un número? yo no llego, voy a llamar a mi madre".
Yo no esperaba que me pidiera nada, y casi a la vez, suelto lo que estaba preparando mientras me acercaba. Pongo la palma de mi mano en su mejilla y la acaricio, dando cariño verdadero.
Le digo .- “Que te curen pronto, y que no te duela más, cuídate”
En ese momento se para el tiempo. Deja caer el pesado teléfono público con un ruido enorme y la sala de espera mira al completo.
Ella aprieta el dorso de mi mano con una de las suyas, y con la otra se abraza a mi muñeca, retozando su cara con mi palma, como un gatito abandonado. Desamparada. Tremendamente desamparada.
Nos miramos a los ojos, y en ese momento suena su nombre desde la puerta de la consulta. Separamos las manos como si nos hubieran dado una descarga eléctrica. Y empujo su silla hasta la consulta, la meto dentro, y nos decimos adiós deseando que no sea nada lo de ninguno de los dos.
Y desde hace dos días, no sé si soy un mierda, o un ángel.

Buena chica (Los secretos – Enrique Urquijo)

viernes, 6 de julio de 2007

¿Por qué estoy frío, si hoy hace calor?

robada de www.popgadget.net



Las nubes las trajo el viento. Nubes rellenas de luz que llegan a deslumbrarte, como esas nuevas chuches que te explotan en la boca cuando menos lo esperas. Esas nubes de este extraño mes de junio que acaba de largarse. Con él vinieron y él se las llevó. Sin estridencias, como si nunca hubieran estado. Solo dejando la tierra un poco más húmeda, preparada para el tórrido verano. Y como me gustaba esa humedad, me descalcé para sentir la naturaleza. Y caminando, no me di cuenta de que el sol ya abrasaba, y que dejó esquirlas al compactar las piedras y la tierra. Y ya no encontré mis zapatillas amarillas, esas de esparto, y sigo caminando descalzo, y la piel de los pies se me cuarteó como la tierra.
Soy tierra, y con ella me empapo cuando llueve, y corren arroyos sobre mí que arrasan lo que encuentran a su paso. Pero, como un campo mal preparado, los primeros rayos de sol me abrasan y me dejan yermo.
Llegará agosto y con las tormentas, volverán a germinar pequeñas semillas de especies desconocidas que están escondidas en cada poro de mi piel.
¿Por qué estoy frío si hoy hace calor? ¿Es por estar desnudo? Quizá si no estuviera desnudo no sería tan vulnerable, pero tampoco brotarían tan rápidas las nuevas sensaciones.

Septiembre ( Los Enemigos – Josele Santiago)

sábado, 30 de junio de 2007

Qué difícil sin ti, qué difícil a tu lado

Pepa de Rivera-Autorretrato

Llegué a casa y planchabas. Te pregunté que tal el día. Y solo me diste el "bien" de siempre. Odio el traje de inspector de policía, y volver a interrogarte, pero odio más no saber qué gritan tus silencios. Y como culpable, respondías huyendo, sin mirarme.

Y cuando me iba al baño, lo he decidido. Me largo. Por no herirte. Porque herirte me hiere a mí.

Quiero respetar esos silencios, pero no puedo. Y como no puedo me invento mil razones, para que me molestes. Tus estornudos, los ruiditos del tenedor con el plato, que siempre dejes las luces encendidas. Que nunca hagas la compra. Pero sé que nada de eso es cierto. La única verdad es que odio esta distancia. Y no soporto que me puedas rozar si no me hablas.

Qué difícil sin ti, qué difícil a tu lado. Y más difícil es decirtelo. Cinco meses, como las malas novias.

Y cuando te lo diga, solo me darás más silencio.


Qué difícil (Marta Botía y Antonio Vega - Marta Botía)

martes, 19 de junio de 2007

Igual que dos años atrás

Rafa Paniagua

Otra vez de gira. Esta noche es el debut. Apadrinado por las estrellas vuelvo a salir de la cueva. Buscando miradas. Y mientras las encuentras, copas. Y humo. Y a veces con los amaneceres se mezclan esas miradas que has buscado. O quizá sean las que te encuentran a ti.
Antes siempre iba en coche. Ahora disfruto más con los autobuses nocturnos. Casi siempre llenos de gente que acaba de trabajar que no se divierten. Con ojos que no son de aquí reflejados en los charcos de los que riegan la calle, en las marquesinas de GranVía.
Todos en silencio. Se ha convertido en una ciudad sin pasión. Pero para un observador foráneo como yo, cuanto menos vale, más me atrae.
Igual que dos años atrás. A los trabajos forzados. A las risas de los besos perdidos.
Dos años atrás (Los Elegantes - López , De la Peña, Del Olmo, Hens)

domingo, 17 de junio de 2007

El contagio me vino a pesar de estar vacunado

Escuchalo Records


¡Vaya un par de meses que llevo! Dos nacimientos de sobrinos acoplados. Visitas a los hospitales. Miradas llenas de amor entre los amantes y padres primerizos. Y me encanta.
Salgo de los hospitales gozando. Con el corazón hinchado. Fijándome en los ojos de los desconocidos que me cruzo, y sonriéndoles con los míos. Lo he recogido arriba y, ahora, por la calle, me tengo que encargar de repartirlo. Porque se da más con los ojos que con ninguna otra parte del cuerpo. Ni manos, ni palabras, ni los genitales, por supuesto, son capaces de comunicar tanto amor como una mirada.
Algunos me responden con cara de susto. Otros, me las devuelven con complicidad, y me sorprende. A lo mejor mi ciudad está llena de locos sonriendo amor, pero no se atreven a correr el riesgo de ser criticados.
Mis amigos comparten su enfermedad conmigo. El contagio me vino a pesar de estar vacunado. Porque he querido, me han querido, quiero y me quieren. Pero a pesar de eso, ha venido una sobredosis de ternura. De bienestar, de honestidad con el mundo, desnudo, enseñando lo que me gusta de mí, y lo que no me gusta.
Y me encuentro con otros, muchos amigos, con los cachorros más crecidos. Y nos miramos, les miramos. Y nos abrazamos sin palabras.
Quiero y no quiero curarme. Noto que estoy en peligro. ¿dónde está el camello de la realidad? Necesito de su química. Una dosis de realidad entre sábanas de algodón y el sol entrando por la ventana. Yo solo no me valgo.


El contagio (Los tigres del norte - Los tigres del norte)

jueves, 14 de junio de 2007

Me miras muy fijamente. - Vente conmigo a bailar -

a_golpe_de_clave.blogia.com

Nunca me gustó escribir. Pero me encantaba la idea de escribir. Era como enamorarse del Amor. Eso de tener ya tu texto acabado. Pero sin tener que pasar por el trago de enfrentarme a mí mismo. A veces lo intenté pero me rendía al segundo día.
Y me insistían. Verás, Arabesque, que lo vas a disfrutar. Tú ten paciencia. Sólo para ti, que nadie te lea.
Y me convencí. Por probar. Por jugar. Sin que nadie me lea. Bueno, solo los amigos y conocidos. Vale...
Y empiezo por aquí. Este blog en el que escupes lo que te viene a la cabeza, lo que, de cualquier otro modo sería complicado encontrar un momento y un contexto para explicárselo a tus amigos. Y ¡joder!, me siento bien. Me siento con una extraña sensación de paz. Liberado. Igual que un masajista te quita nudos en la espalda, este rato te los quita entre las vísceras, justo al lado de la vesícula.
Y repites, y escribes otro. Bien, va la cosa bien, solo para ti. Nada más que eso.
Y de repente te llevas la sorpresa de un comentario. Caray! ¿Quién será que me ha leído? Otro comentario. Esto es raro. Y vuelves a escribir.

Y a los pocos días, me miras muy fijamente, - vente conmigo a bailar –

Apareció por sorpresa y bailé con él toda la noche.
El ego, al que pensaba que tenía bastante aparcado, me invita a bailar, me besa y quiere quedarse a desayunar.
Pero al día siguiente no quiere solamente venir de cañas. Se convierte en el típico “soloparamí”. No le basta con venir, quiere que no vengan ni tus ex novios, ni muchísimo menos los novios de tus amigas.
- ¿Quién te has creído que eres para alabar la sonrisa de ese, o su manera de caminar?. – me dice
Cuando tienes de novio al ego, se acabaron los demás placeres.
Yo le acabo de conocer, pero no quiero volver a quedar con él. A la tercera cita, seguro que me quiere presentar a sus padres. Ya me ha dicho sus nombres Envidia y Orgullo. Y a su hermana Soberbia, que por cierto, está muy buena.

Estoy Bailando (Hermanas Goggi – L. Gómez Escolar ,versión en español)

lunes, 11 de junio de 2007

Todas las cosas que quedaron por decir, se dormirán

Madre . Pepa de Rivera


El día que ocurrió fue solo un polvo más. Nunca le dirá la alegría de que justo ese día no fuera en el coche. Entre risas asustadas dijiste que lo habías notado. Se rompió. Y esa broma tan masculina explicándolo por tu tamaño, y por tu brío no la pudiste reprimir.
Ella se preocupó más que tú. Estaba dispuesta a darse esa sobredosis de hormonas que acaban hasta con el ánimo durante unas semanas. Pero tú por ese afán de protegerla, le quitaste importancia. Fuiste una vez más, inconsciente. En realidad, no es una vez más, es una vez menos, porque ya no te quedan muchas ocasiones de volverlo a ser, ni ganas, imagino.
A partir de ahí todo vino rodado. Náuseas, algún vómito, y un ceño preocupado, que empezó a fruncir todos sus pensamientos. No fue un Predictor, ni dos. Fueron tres porque no lo podía creer.
Y ella te lo cuenta. No te consulta. Te cuenta que tira para adelante. Y la odias. Y la temes. ¿A quien odias? ¿A quien temes?.
Es tu momento en la vida. Es tu decisión. Ella ha tomado la suya. O eliges vivir, vivirlo y vivirla, y pisar a fondo el acelerador. O eliges esperar a la grúa.
Todas las cosas que quedaron por decir, se dormirán. El tiempo corre y es en tu contra. A lo mejor tú ya empezaste a correr en sentido contrario.
Porque ella va a pelear, si puede contigo a su lado, pero si no, será contra ti. Y te ganará. Solo hay que miraros a los ojos. Los de ella son fuego, y amor. Amor de 98 octanos, con el que un diesel se gripa o quizás ni arranca. Nunca supe de mecánica.

¿Por qué te vas? (Jeannette – Jose Luis Perales)

domingo, 10 de junio de 2007

Daría mis ojos por otra ceguera

Zhang-Huan

Empecé ilusionado. Por fin me iba a dejar llevar por la corriente de los impulsos. Hacer lo que sabes que siempre quisiste hacer y no te has atrevido, porque no has sentido apoyo. Y necesitas el jodido apoyo. Y empiezas a correr cuesta arriba. Todo son obstáculos. Paras. Empujas. Vuelves a correr. Ya casi estás arriba. Y sin saber por qué, de repente el suelo se hace arenas movedizas. Y tiemblas. Y según cuentan, cuanto más te mueves en estas arenas, más te hundes. No lo creo. Creo que solo es la excusa para quedarnos quietos y no pelear.
No lo entiendo. No me entiendo. Si cuando peleaba, y aunque me quejaba por el sobreesfuerzo, me sentía mejor que ahora, congelado. Ya solo me queda la cabeza fuera, el resto ya se hundió.
Daría mis ojos por otra ceguera. Por poder ser un buzo a tientas profundizando en estas arenas, y hundirme, y saber si al fondo se esconden las aguas cristalinas que siempre he pensado que están ahí. Un shangri-la bajo la ciénaga.
Pero desde que volví a fumar casi no me cabe aire en los pulmones.
Quiero ser silvestre (Marc Parrot.Marc Parrot)

sábado, 9 de junio de 2007

Hay una fiesta en mi azotea


Mis muebles orgánicos los conozco bien. Los conozco bien porque paso demasiado tiempo a solas con ellos. Me despierto y me acuesto con ellos. Casi ni les quito el polvo porque hace tiempo que nadie los visita. No recuerdo cuando fue la última vez que al moverlos dejaron cercos con formas de círculos o trapecios.
Desde hace unas semanas sin que yo les invite han empezado a llegar visitantes. Los primeros días, ni me levantaba a recibirlos. Solo llegaban, les ofrecía un café y al rato marchaban. Unos, otras. Alguna vez han coincidido. Y al final empecé a limpiar, me vi forzado y agradecido.
Hoy hay una fiesta en mi azotea. Casi todos son caras nuevas. Otros son del precioso pasado. Están viniendo muchos. Capricho, Luna llena, La mujer gigante, La estatua de las medias rotas, la que es Amante perfecta y peor novia del mundo, Nínfula, Pereza... han venido todas. Y revolotean, y están removiendo las pelusas y se mecen las telarañas.
Y cuando marchen dejarán mucha basura, pero será mierda nueva en cualquier caso. Y por eso me gusta. De momento que corra el vino y que siga la noche, y que cuando amanezca, mi pecho esté en tu espalda, y mis manos en tu vientre. Y que estas ilusiones ilusas que vienen de dia más que de noche, sean la prueba de que el destino a veces se equivoca.
Crece la Hierba (Quique González.Quique González)